MELANCOLÍA

Costa Mediterránea, 26 de junio de 2022.

Escrito mientras escuchaba "If we Could Remember", de Yolanda Adams.

Los paseos matutinos, madrugadores, que uno acostumbra a darse por la playa solían ser reconfortantes. Empero, cuando ya vas teniendo más pasado que futuro, esos paseos pueden tornarse un poco más desasosegantes. La melancolía aparece como una descarga eléctrica, asfixiándote desde la boca del estómago, recordándote que lo que añoras no son los lugares o los amaneceres, sino las épocas. 
  Esto es lo que me ha ocurrido hoy. Los edificios de la ciudad, el olor a agua salada, arena y algas; las primeras voces de la mañana confundiéndose con los ladridos en la lejanía. No sabría decir si la sensación que ha recorrido mi alma ha sido agradable o dañinamente nostálgica. Ese tipo de emociones son fundamentalmente neutras; una mezcla de añoranza y certeza, como un recordatorio de la mayoría de cosas que has vivido se han perdido en el océano del tiempo. Para bien y para mal. 
  Esa descarga de sentimientos encontrados, de mezcolanza de imágenes, fragancias y ecos del pasado; todas esas improntas atravesadas por los años, como una canción que evoca amores y desamores, son, en definitiva, un recordatorio de que a quien realmente echas de menos es a ti mismo. 
  Más joven, un poco más inocente y menos cansado. Sin las cicatrices de los malos momentos y sin las huellas de tus inevitables errores. Rodeado de toda la gente que te quería y ya no está. Con esa ilusión por el futuro que, inexorablemente, se va recortando con el paso del tiempo. 
  A todo eso huele la inmensidad del mar; a todo eso huelen las voces de la mañana y los ladridos lejanos; a todo eso huele el skyline de la costa, tan evocador como brillante. 
  A esa misma fragancia, peligrosa pero embriagadora, que solo desprendías tú. 

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